Estaba sudando bastante en el andén del metro un pegajoso día de verano cuando vi a un tipo al que conocía de la universidad. No me caía demasiado bien, pero no lo recordé hasta más tarde. En ese momento, la sorpresa de una cara familiar en el maloliente inframundo de Nueva York me llevó a saludarle con un entusiasmo que suelo reservar para la comida a domicilio. Compartimos una breve y amable charla, y lo que interpreté como promesas falsas de quedar "algún día". Me olvidé de la conversación de inmediato.

Soy incapaz de desilusionar a un hombre. Digo: "Quedemos algún día" cuando no tengo el más mínimo interés y "Lo siento, tengo novio" cuando lo que de verdad quiero decir es "Déjame en paz". Y cuando el hombre del metro me escribió por Facebook un par de horas más tarde para quedar —a fin de cuentas le dije que deberíamos hacerlo— le contesté que no estaría en la ciudad durante una temporada. No estaría en la ciudad durante una temporada, y esperaba que su invitación se marchitara en mi ausencia. No lo hizo. Durante los siguientes dos meses, siguió escribiéndome, enviándome mensajes cada semana. Todos empezaban con un "¡Buenas!" seguido de una pregunta sobre mi agenda. Al principio respondía con excusas ("¡mal momento en el trabajo!"), pero después dejé de contestar. El "¡Buenas!" era incesante. Cuando todo comenzó no parecía extraño, pero cuando él empezó a ignorar las señales de que no me interesaba quedar, ni como amigos ni como nada, empezó a parecer siniestro.

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Puedo entender que alguien se pregunte por qué no le dije al hombre del metro que no estaba interesada, por qué no lo bloqueé en Facebook y por qué esperaba que fuera capaz de entender "No" cuando lo que le dije fue "Sí, por supuesto". Pero no creía que tuviera que rechazar explícitamente a un hombre con el que había hablado en el metro. Si un hombre me dijera que "está muy liado en el trabajo" o no contestara a mis mensajes tres veces seguidas, lo consideraría un rechazo bastante explícito. Poco separa a un hombre creepy de uno que no lo es más allá de habilidad de captar cuando una mujer no está interesada en él y retirarse debidamente. Pero, dado que los docentes de educación sexual pasan más tiempo enseñando a los niños cómo pelar un plátano que con las sutilezas de las pistas no verbales, llegamos a la edad adulta sin ser aptos para la supervivencia social, predispuestos a intimidar y a ser intimidados.

Te presentamos algunas pautas:

Que una mujer pueda saber si un tipo es creepy solo con mirarlo es un mito perpetuado por los incels (solteros involuntarios) y por otros defensores en línea de los "derechos del hombre".

No tenemos un radar para las personas creepies, por eso salí tres veces con un tipo que creía ser un profeta. Ser creepy no tiene nada que ver con la apariencia (aunque un bigote lápiz sugiere cierto distanciamiento de la sociedad civilizada). Por ejemplo, Michael Shannon puede parecer la personificación de un sótano oscuro en The Conjuring,pero aun así es un discreto icono sexual por su buena educación. Shannon tiene, según la jerga de 2018, la "big dick energy". La BDE, todo lo contrario de creepy, se caracteriza por una tranquila confianza.

Me apuesto a que si una mujer no respondiera a Shannon inmediatamente, a este no le importaría. No le mandaría un mensaje de 300 palabras diciéndole que las mujeres son unas busconas ni seguiría mandándole indirectas por si esta cambia de opinión. Del mismo modo, un tipo puede ser objetivamente atractivo y aparentemente íntegro y, aun así, resultar ser espeluznante. James Franco podrá parecer un Jesucristo bombero, pero fue perturbador cuando mandó repetidos mensajes con segundas intenciones a una chica de 17 años.

Ser creepy tiene poco con ver con comportamientos específicos y mucho con el contexto.

A excepción del comportamiento espeluznante delictivo, como hacer fotografías por debajo de la falda, muy pocas acciones son inherentemente amenazadoras. Aunque pueda estar encantada de recibir una foto del miembro de mi novio, recibir una de un extraño en Tinder siempre es indeseable. Y estaría completamente a gusto con un chico sentado a mi lado en la mesa en nuestra segunda cita, pero fue espeluznante aquella vez que un tipo me encajonó en la mesa en nuestra primera cita. La clave está en saber dónde te encuentras en el espectro de la intimidad. Hay circunstancias en las que esto es bastante sencillo —una chica de 17 años legalmente no puede interesarse por James Franco— pero la mayoría de las veces deberás estar muy atenta.

Es raro que una mujer te diga que estás siendo creepy.

Las mujeres son amables con los hombres por la misma razón que no comes pez globo todos los días: cada bocado puede ser el que te mate. He visto muchas películas originales del canal de pago Lifetime, así que, cuando un hombre empieza a hablarme, a mirarme o se para muy cerca de mí, siempre soy consciente de que es posible que me acose implacablemente, hasta que me vea forzada a mudarme a un remoto rancho en Luisiana, donde me encontrará años después en el los brazos de un lugareño y, enloquecido por los celos, nos mate a ambos. Por ello, en lugar de despreciar a un tipo creepy, trato de evitarlo de forma pasiva. Amablemente.

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Pero existen distintos grados de amabilidad.

Si una mujer se interesa por ti, será muy, muy amable. Hará contacto visual cuando estéis hablando. Contestará a tus mensajes. Te hará preguntas sobre tu vida. Si consigues algo menos que amabilidad extrema por parte de una mujer —aunque sea amable a un nivel básico— deberías dar un paso atrás, metafórica y literalmente. Si una mujer es un poco maleducada contigo, probablemente está sumamente incómoda. No responder al hombre del metro es lo más antipática que puedo ser. (Al cierre de esta edición parece que lo había pillado).

Si te preocupa que puedas estar asustando a una mujer, deberías dar marcha atrás y ver qué pasa.

Si empieza a perseguirte, está interesada. Si no toma acción alguna, probablemente se sienta aliviada de que hayas dejado de molestarla. En esta época, las mujeres ya no "se hacen las duras" para ligar. Si me interesa un hombre, le respondo de inmediato. Le etiqueto en memes. Falto al trabajo y me salto funerales para salir con él. A veces, puedo ser un poco creepy.

Vía: Men's Health. Traducción: blarlo.com